Para entender mi propia obra tengo que empezar por el final.
-Normal que duela, es como un continuo dedo en la llaga-. Revolverme las heridas es mi forma de trabajar.
Tengo obstinación en hablar de lugares comunes, como el duelo y el amor, la soledad y la tristeza. Idiomas universales.
Me ronda siempre la sensación de que si no hablo desde lo más profundo de mis tripas mi obra no es lo suficiente sincera, así que el ejercicio de creación es para mí algo doloroso, destructivo y muy satisfactorio.
Lugares Comunes tiene dos partes que pueden parecer muy diferentes. En una, hablo de mí desde fuera, proyectando en otra persona mis propias preocupaciones, creando un reflejo de mis propios anhelos; en otra, me lanzo al barro haciendo un pequeño universo de mi memoria mezclada siempre con mi gran enemiga: la imaginación.
Terrorismo sentimental es un proyecto que nace reivindicando esa sensibilidad/debilidad que, muy cuestionada, siempre se encuentra vinculada a algo frágil y débil. Terrorismo sentimental habla de la importancia de las cosas comunes, de cosas cotidianas y mundanas.
De vuelta al bosque es un desgarro, una disculpa y una obsesión. Es un recuerdo de la infancia, algo borroso y precioso, es un objeto guardado en una caja con un lazo en el fondo del armario.
Esta exposición es un cúmulo de objetos protectores y místicos. Es una reivindicación de lo frágil, de lo obsoleto, de lo que no sirve para nada, del objeto abandonado.
“El arte es garantía de cordura. Es lo más importante que puedo decir”.
Louis Bourgeois
Mi obra alcanza su sentido al final, cuando conecta con el público. El final es necesario para que yo misma la entienda, en ese exterior, una conversación o una palabra tiene el poder de hacer que todo tenga sentido.
Texto: Tamara Mendaza
Fotos: Carmelo Argaiz